¡Y llegó el gran día en el que el Príncipe de hizo Rey!. Suena a historia novelesca o cuento infantil, pero durante años se preparó una ceremonia que ha marcado la vida de Carlos III de Inglaterra y la historia de éste país, así como el protocolo y el “savoir faire” de la Corona inglesa, que siempre deja impronta en la prensa y en redes sociales, con la digitalización y actualización de los tiempos, en base a los nuevos ritmos de vida.
Tal como se pudo ver, y como han transmitido los medios., el pasado 6 de mayo Camila Parker-Bowles (en realidad Camilla Shand) fue ungida y coronada reina por deseo expreso de su esposo, el rey Carlos III, en una ceremonia muy vistosa y rica en su ritual y su liturgia, regida por un protocolo estricto y cuidado hasta el extremo.
Analizando los detalles, se pudo ver una coronación que intentó reducir a dos horas de duración, frente a las tres de la de Isabel II, y siguió un muy detallado programa que comenzó con la salida de la Procesión del Rey desde el palacio de Buckingham hasta la abadía de Westminster a las 10,20 horas de la mañana.
Un recorrido por las calles de Londres, también más corto en esta ocasión, para el que hizo uso de la carroza creada en 2012 para conmemorar el Jubileo de Diamante de la reina Isabel II. Una bella pieza toda ella en madera de roble sobredorada, y timbrada con una corona real, para cuyos interiores se han utilizado maderas y otros materiales conectados con lugares del patrimonio real y con la historia de Gran Bretaña. Este transporte no pasó para nada desapercibido, así como el curioso hecho de que profesionales de la lectura de labios, se dieran cuenta del mensaje que comentaba Carlos de Inglaterra y que hizo gracia: «Nunca podemos estar a tiempo. Siempre hay algo.. ¡Qué aburrimiento!», habría soltado Carlos III según un experto en lectura de labios consultado por el diario ‘Daily Star’. El monarca habría dicho esto refiriéndose a su hijo Guillermo y a Kate Middleton que, seguidos por sus hijos Louis y Charlotte, iban detrás de los reyes en el paseo hasta el altar y, por tanto, debían esperarlos.
Esta primera ruta, que se conoce con el nombre de «Procesión del Rey», la cual dio comienzo a las 10:20 hora local (11:20 en España). Carlos III y Camila, que viajaron a bordo de la carroza del Jubileo de Diamante tirada por seis caballos grises de Windsor, salieron de Buckingham por la puerta central y, tras superar el Memorial Victoria, cruzaron St. James Park por The Mall. Pasaron por el Arco del Almirantazgo y Trafalgar Square para, a continuación, tomar Whitehall y la calle del Parlamento.
Viendo detalles de la ceremonia, la ubicación de los miembros de la realeza fue meticulosa, incluso en lo que confiere a la familia real inglesa, en la que Guillermo estaba parcialmente tapado por la pluma del sombrero que llevaba la princesa Ana, enfundada en uniforme militar, y que le relegaba a un segundo plano en las imágenes transmitidas por los medios.
Carlos III coronado en un trono de madera de siete siglos de antigüedad
Carlos III hizo uso para la coronación del mismo trono de madera de roble báltico que se usó por primera vez en la ceremonia de coronación del rey Eduardo II (1307-1327), siguiendo indicaciones del protocolo de Buckingham.
El llamado «Trono de San Eduardo» fue encargado en 1296 por Eduardo I para albergar uno de los símbolos más importantes de la historia de la isla, la llamada «Piedra de Scone», que el citado rey capturó en la abadía de ese nombre tras derrotar a los escoceses.
Desde el siglo XIV, tanto el trono como la piedra sobre la cual se sentaban los monarcas han sido un elemento central en los actos de coronación de los soberanos británicos
Revisando la Historia, En 1996, Londres devolvió la “Piedra de Scone” a los escoceses, que la exhiben en el Castillo de Edimburgo, a condición de que sea devuelta para ser usada en las coronaciones, como ha sido el caso. El bloque de arenisca llegó el sábado previo a la ceremonia a Londres procedente de Escocia para ser usada siguiendo las indicaciones del Protocolo.
Sin embargo, el Trono de San Eduardo es solo uno de los varios asientos que se utilizarán en la ceremonia. En un comunicado, Buckingham detalló que, según la tradición, los reyes Carlos y Camila se sentarán en diferentes Sillas de Patrimonio, Tronos y Sillas de Congregación.
«En interés de la sostenibilidad, sus majestades han elegido usar sillas y tronos de la Colección Real hechos para coronaciones previas. Han sido conservados, restaurados y adaptados como se requería», explicó la casa real en la nota
Las Sillas de Patrimonio, de madera de haya bañada en oro, se fabricaron en 1953 para la ceremonia de coronación de la madre del soberano, Isabel II, el 2 de junio de ese año, y han sido usadas en el acto de coronación de la reina Camila y en el comienzo de la ceremonia.
Mientras, los Tronos para la Entronización y el Homenaje fueron creados para la coronación de Jorge VI e Isabel, abuelos del monarca, el 12 de mayo de 1937.
Por su lado, un centenar de Sillas de la Congregación, recubiertas de terciopelo azul, también fueron usadas en la Abadía de Westminster. Tras la celebración, estas sillas se han puesto a subasta y los beneficios irán a parar a fundaciones caritativas.
Dentro del protocolo de esta acción se han visto, una serie de elaborados ropajes, coronas y otros objetos que ayudan al monarca a acceder a su pleno poder como jefe de Estado, de la Iglesia de Inglaterra y rey del Reino Unido y de los otros Reinos de la Mancomunidad de Naciones. La mayor parte de la regalia real data de 1661, cuando el trono británico fue restituido a la monarquía hereditaria de los Estuardo tras una guerra civil. Ese año, Carlos II recibió nuevas galas para reemplazar los tesoros que habían sido fundidos y convertidos en monedas por el fugaz Gobierno republicano (1649-1660).
Orbe del soberano
El Orbe del Soberano, con forma de globo terráqueo, representa el poder del monarca en todo el mundo cristiano. Se han visto habitualmente en manifestaciones artísticas a los Reyes de varias naciones con este utensilio. Desde que el papa León X concediera a Enrique VIII el título de Defensor de la Fe en 1521, todos los reyes y reinas inglesas han ostentado este título incluso después de la creación de la Iglesia Anglicana y su separación del catolicismo (1530).
El orbe dorado y hueco pesa un kilo y medio y está salpicado de enormes gemas, entre ellas una cruz con diamantes incrustados que simboliza la Iglesia de Inglaterra y el derecho divino del monarca a gobernar. Carlos lo sostendrá en su mano derecha cuando reciba los símbolos de la Iglesia y el Estado, y será colocado en el altar cuando el rey sea coronado por el arzobispo de Canterbury.
Túnica
A lo largo de la ceremonia, se ha visto como Carlos III realizaba varios cambios de vestuario durante la coronación, todos ellos guiados por el Liber Regalis, un manual de coronación del siglo XIV. Entró en la abadía vestido con la suntuosa Túnica de Estado de terciopelo carmesí y armiño que llevan los soberanos británicos en el Parlamento. Durante la ceremonia de unción, llevó el Colobium sindonis, una vestimenta blanca y sencilla que simboliza la humildad, y fue bendecido con el óleo sagrado que no pudo verse.
Este misterioso momento, que representa la santidad entre el soberano y Dios, se considera especialmente religioso y siempre se ha ocultado a la vista del público: no fue fotografiado en 1937, cuando la corona se puso en la cabeza de Jorge VI, ni televisado en 1953, cuando le relevó en el trono su hija, Isabel II, que fue pionera en retransmitir una coronación real por televisión.
Es notorio, que dentro de las modificaciones que pidió el ahora monarca, lo que sí se modificó en esta ocasión fue su receta. El aceite que ha investido a Carlos III se basa en el utilizado en la coronación de la reina Isabel II hace siete décadas, con una fórmula tradicional que se remonta a cientos de años atrás. Esta contenía aceite de civeta africana, extraído de las glándulas anales de estos pequeños mamíferos felinos, y ámbar gris de los intestinos de las ballenas. Sin embargo, el aceite sagrado que se utilizó en la reciente coronación de Carlos es apto para veganos, en su afán por reflejar su sensibilidad contra la crueldad animal. El nuevo ungüento se ha creado utilizando aceitunas cosechadas en dos arboledas en el Monte de los Olivos, al este de Jerusalén. Una está ubicada en el monasterio de María Magdalena, (donde está enterrada la abuela de Carlos, la princesa Alicia de Grecia), y la otra en el monasterio de la Ascensión. El aceite de oliva resultante, prensado a las afueras de Belén, fue perfumado con aceites esenciales como ajonjolí, rosa, jazmín, canela, neroli, benjuí, ámbar, sésamo y azahar.
Añadir como detalles que fue el 3 de marzo, cuando el llamado aceite de crisma fue declarado sagrado en Jerusalén. La ceremonia tuvo lugar en la iglesia del Santo Sepulcro, que fue construida en el lugar donde la tradición dicta que Jesús murió y fue enterrado, donde el óleo fue consagrado por el patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Jerusalén, Teófilo III, y el arzobispo anglicano de Jerusalén, Hosam Naoum.
La noticia también se difundió en un comunicado oficial donde el arzobispo de Canterbury celebró el significado familiar y religioso de esta nueva elaboración: “Desde que comencé a planificar la coronación, mi deseo ha sido que se produzca un nuevo óleo con aceite de oliva del Monte de los Olivos. Esto demuestra el profundo vínculo histórico entre la coronación, la Biblia y Tierra Santa. Desde los reyes antiguos hasta nuestros días, los monarcas han sido ungidos con aceite de este lugar sagrado. Mientras nos preparamos para ungir al rey y a la reina consorte, rezo para que sean guiados y fortalecidos por el Espíritu Santo”.
Revisando detalles de la indumentaria del nuevo Rey, durante la ceremonia de investidura, en la que se le colocan los símbolos de Estado, se puso la Supertúnica o Túnica Real, una capa dorada que refleja las vestiduras de los sacerdotes y evoca el papel divino del monarca, junto con la Estola Real, un pañuelo parecido a una vestidura, y el Manto Imperial, una capa dorada. Por último, al salir de la abadía lució la Túnica de Estado, un manto largo y suntuoso de terciopelo y púrpura que simboliza su poder y realeza.
Corona de San Eduardo
La corona de San Eduardo, el símbolo más poderoso y pesado de la monarquía, es de oro macizo y está rodeada de rubíes, zafiros y otras joyas. Quizá sea más conocida por su remate de terciopelo púrpura -el color de la realeza- y la banda de armiño que protege la cabeza del soberano de su poderoso peso. Con casi dos kilos, la corona es en realidad más ligera que su predecesora, remodelada para Jorge V en 1911. De hecho, es tan pesada que muchos monarcas anteriores optaron por no llevarla. En lugar de ello, la llevaban durante la procesión de coronación y la exhibían en el altar durante la ceremonia, mientras que el nuevo monarca optaba por una corona o tiara más ligera.
Pero la pesada corona sólo reposará sobre su cabeza durante la ceremonia de coronación. Una vez coronado, Carlos se pondrá la Corona Imperial de Estado, fabricada para la coronación de Jorge VI en 1937, que simboliza el poder soberano del monarca y se lleva en ocasiones de Estado como la apertura anual del Parlamento. Contiene una pieza de 317 quilates del enorme diamante Cullinan, que el Gobierno colonial británico de Sudáfrica ofreció como regalo de cumpleaños en 1907 a Eduardo VII. Los diamantes tallados del gigante Cullinan, de 3106 quilates, han sido muy disputados a lo largo de los años. Muchos sudafricanos afirman que los diamantes fueron (y siguen siendo) parte de un regalo ilegítimo al haber sido otorgado por una brutal potencia colonial.
Recordemos que no fue fácil ponerle la corona al nuevo Rey en la ceremonia y no se le vio muy cómodo con ella. a pesar se haberse amoldado la misma a su persona.
La Espada del Estado
Entre los símbolos reales que sostiene el soberano durante la coronación se encuentra la Espada del Estado, la misma lujosa espada realizada en plata y utilizada durante la investidura de Carlos como Príncipe de Gales en el año 1969.
Símbolo de la autoridad del monarca y de su capacidad para ejercer el poder en nombre del Estado, la espada no es el único arma utilizado a lo largo de la ceremonia. Marca el protocolo que cuando el rey entre en la abadía, le acompañarán la Espada de la Justicia Temporal, la Espada de la Justicia Espiritual y la Espada de la Misericordia. Si revisamos las imágenes, veremos este proceso. Es curioso reseñar que era obligatorio llevarla desenvainada y apuntando hacia arriba durante la procesión que se llevó a cabo en este evento.
Los cetros
Incrustados de oro, esmeraldas, diamantes y rubíes, los cetros del rey son uno de los símbolos de poder más potentes del reino. El primero, conocido como Cetro del Soberano, representa el poder temporal del rey. La vara de oro tiene en la punta un enorme recinto en forma de corazón que alberga el Cullinan I, un diamante tallado de 530,2 quilates también conocido como la Estrella de África, otro diamante Cullinan impugnado.
Durante la ceremonia, Carlos III recibirá también un cetro que simboliza el gobierno religioso del monarca. Conocido como la Vara de la Equidad y la Misericordia, este cetro está rematado con una paloma esmaltada que simboliza el Espíritu Santo.
Los anillos
Otro de los elementos que se deben tener en cuenta durante la ceremonia está directamente relacionado con los anillos. La revista “Hola” indicó que, antes de coronar al nuevo monarca, se coloca uno, que cuenta con un zafiro en forma de octógono y con cuatro rubíes de forma rectangular y otro de forma cuadrada, en el anular del nuevo rey.
Durante la ceremonia, también recibe el que se conoce como Anillo de la Dignidad del Rey, que se coloca en el anular de la mano izquierda, tal y como apunta World History.
Si analizamos la salida de la Abadía, tras la ceremonia religiosa, vemos como el recorrido por las calles de Londres, fue notoriamente más corto en esta ocasión, usando la carroza creada en 2012 para conmemorar el Jubileo de Diamante de la reina Isabel II.
Tras la ceremonia, que terminó a las 13:00 hora local, abandonaron la abadía a bordo de la carroza de oro. Esta ruta de vuelta al palacio se ha denominado “Procesión de la Coronación”. Los nuevos reyes fueron acompañados durante la ruta por las Fuerzas Armadas de Reino Unido, de la Commonwealth y de los territorios británicos de ultramar, así como la Guardia Real, y también algunos miembros de la familia real británica.
Esta carroza se desplazaba al paso de una persona debido a su antigüedad, data de 1760, y su volumen: con siete metros de largo y 3,6 de alto, pesa cuatro toneladas. Fue la que utilizó en su momento, si viajamos en la historia de la monarquía inglesa, la reina Isabel II para dirigirse a la abadía el día de su coronación, y siempre la calificó de incómoda.
En base a datos publicados por CNN podemos leer que en el balcón del Palacio de Buckingham, el rey Carlos III y la reina Camila saludaron a la multitud abajo, flanqueados por pajes con otros miembros de la familia real más alejados a los lados, lo que sorprendió a algunos analistas de CNN.
«Esperaba ver un momento de dinastía y ver al rey y a la reina Camila flanqueados por los galeses, por el príncipe Guillermo y la princesa Kate», dijo Julia Chatterly, de CNN.
Kate y Guillermo estaban «apretujados en un rincón», dijo la historiadora británica Kate Williams. «Es un momento televisivo, está dando la vuelta al mundo. Se pretende simbolizar ante el mundo lo que es la monarquía. El mensaje es muy claro: son el rey Carlos y Camila; todos los demás son refuerzos».
«Para mí simboliza el hecho de que Carlos se vio eclipsado durante gran parte de su vida por su madre, luego por su esposa y después por sus hijos. Y él quiere ser el protagonista», dijo.
«En ese momento sentí que el resto de la familia estaba arrinconada, que los focos no debían iluminar a nadie más que a los Reyes», dijo Trisha Goddard, presentadora de la televisión británica.
Por su parte, la escritora estadounidense Sally Bedell Smith afirmó que esas teorías son «lo contrario del mensaje» que se envió durante toda la ceremonia de coronación, pero señaló que la familia podría haber «necesitado un coreógrafo» para la toma del balcón.
Una gran ceremonia, con múltiples detalles, que ha dado y dará de hablar a especialistas de protocolo, política, historia, arte y otras áreas de la cultura de todo el mundo.